Cómo un paseo diario puede mejorar tu salud mental, favorecer tu vida social y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
Christina Frangou
Veinte años antes, Nancy Duguay miraba a su hijo de 11 años correr de un lado a otro en un campo de fútbol en Canadá mientras deseaba encenderse un cigarrillo. Duguay, entonces de 39 años, trabajaba como enfermera de rehabilitación cardíaca y estaba tratando de dejar de fumar después de más de la mitad de su vida fumando. Sus primeros cigarrillos los había cogido a escondidas de las cajetillas de sus padres cuando era adolescente y desde entonces no había parado de fumar. Con las manos vacías mientras esperaba a que terminara el entrenamiento de su hijo, la necesidad de fumar la corroía.
Detrás del campo había una montaña boscosa. De niña, Duguay y sus amigos solían ir de picnic allí. En ese momento se le ocurrió una idea: caminar en lugar de fumar. Le dijo a uno de los otros padres que volvería a tiempo para recoger a su hijo y emprendió el camino.